Ruedo Preferente

TANA SANTANA QUINTET

SALA CLASIJAZZ - 06-11-2024

Tana Santana, el mejor momento imperfecto

Existe la creencia, que yo mismo suelo compartir, de que el jazz logrará ser una música más popular y aceptada si a sus festivales también acuden artistas con mucho tirón comercial, esos que consiguen que esa masa desconocida a la que denominamos ‘gran público’ saque una entrada en la que aparece impresa ‘jazz’, esa maldita palabra. Y sí, es posible que se ganen algunos adeptos de esta forma, aunque la mayor parte de las veces uno acaba topándose con la dura realidad.

Digo esto porque, a pesar de la buena entrada registrada en el Auditorio Maestro Padilla durante los conciertos del pasado fin de semana, la propuesta, para mí gusto, más interesante de todo el cartel, el quinteto de Tana Santana, logró reunir a un escaso público. Está muy bien ir a ver a las figuras de relumbrón, pero desde aquí quiero dejar claro a los que no acudieron el pasado miércoles a la Sala Clasijazz, que se perdieron uno de los conciertos más interesantes y sorprendentes de todo el festival.

Tana Santana es un contrabajista que lleva ya bastante tiempo como sideman de infinidad de músicos de nuestro país, algunos tan conocidos como Antonio Lizana o Perico Sambeat, pero también alguien con inquietudes, imaginación y ganas de mostrar sus propias propuestas. Tana no se conforma con interpretar la música de los demás, sino que se lanza a la muy heroica aventura de revelar su alma a través de sus composiciones. Y eso es lo que llevó a efecto cuando decidió grabar Hiru (2024) -Tres, en euskera-, un disco en directo que se empezó a gestar tras el simple ofrecimiento de una fecha para un concierto. En poco tiempo, el bajista canario se lio la manta a la cabeza, buscó a los músicos más adecuados y compuso ocho piezas basadas en lo más cercano que tenía: sus sentimientos y su propia tierra, Las Palmas de Gran Canaria. Eso, nada más y nada menos, es lo que ofreció, escoltado por cuatro enormes músicos llegados de diferentes lugares de nuestro país, y con los que el contrabajista tiene una más que evidente conexión musical y, sobre todo, personal.

El concierto comenzaba con el tema homónimo, “Hiru”, toda una declaración de intenciones respecto al universo musical de Tana, una mezcla entre jazz acústico con toques muy contemporáneos y con una evidente influencia del rock, amplificada con la inclusión de la guitarra eléctrica de Virxilio Da Silva, encargada de crear unos ambientes psicodélicos que encajaban perfectamente con el resto de instrumentistas acústicos.

Tras “La absurda idea de intentar olvidarte”, una sentida balada con la que Tana quiso transmitir que no debe dejar de hablarse de los que ya no están entre nosotros, llegó el momento más relajado, con “Chispa”, una alegre melodía dedicada a su perro, en la que destacó la compleja polirritmia de su parte principal, con especial protagonismo para el excelente batería David Xirgu. Una suave y extensa introducción de Da Silva a la guitarra dio pie a “La ciudad de la luz”, dedicado a su ciudad, Las Palmas, y donde el saxofonista abulense Roberto Nieva desgranó uno de sus solos más desgarradores e intensos de la velada. El pianista gallego Xan Campos fue el encargado, con una apabullante introducción, de dar paso a “Molinos de viento”, pieza dedicada a la calle donde Tana creció, un lugar muy popular en Las Palmas por su gran concentración de prostíbulos. Fue esta una de las composiciones en las que mejor se apreció el gusto de Tana por jugar con la dinámica, alternando instantes de calma con otros donde la tensión y emoción se elevaban hasta límites insospechados.

La sorpresa de la noche llegó con “El baile del vivo”, una canción del folclore canario en la que Santana también se lanzó a cantar –y no lo hizo nada mal- y a la que la guitarra de Da Silva dio un curioso toque tex-mex.

Con un enérgico solo introductorio de Xirgu a la batería atacaron el penúltimo tema, “La belleza del fracaso”, donde volvieron a aparecer las influencias roqueras, con momentos que podrían recordarnos tanto a King Crimson como a la Mahavishnu de McLaughlin. La despedida estaba reservada a una de las composiciones más bellas del disco, esa loa a la amistad titulada “Fofo”, una suerte de himno que a un servidor le recordó bastante al Keith Jarrett de los setenta.

Tana no se dejó nada en el tintero, sonaron las ocho magníficas piezas de Hiru, todas debidamente presentadas sobre el escenario con una simpatía y claridad que se echa de menos en otros conciertos. ¿Cuándo comprenderán muchos artistas que la música también hay que explicarla, y que no basta con plantarse en un escenario y mostrar su propuesta? Santana también mostró, en ese aspecto, una profesionalidad y sentido del espectáculo más que notable, consiguiendo que los escasos asistentes saliésemos de allí con la satisfacción de haber escuchado música de gran calidad y, además, con muchísima verdad.

El concierto completo podrá verse temporalmente desde este link:
Tana Santana Quinteto "Hiru" - Clasijazz

®Fotos de Clasijazz

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