No ha pasado ni un año y, por tercera vez, la prestigiosa compositora y directora María Schneider recala por Almería, ciudad con la que ha establecido unos fuertes lazos por su colaboración con Clasijazz, la asociación cultural almeriense que está haciendo historia en lo que a divulgación musical se refiere.
Todo comenzó en septiembre de 2022, momento del primer encuentro de la norteamericana con la Clasijazz Big Band, en un concierto celebrado en aquella ocasión en la sede de la asociación. Tan fructífera resultó la experiencia que al año siguiente ya formaron parte del cartel de la 31 edición de Almerijazz, cita que se ha repetido el pasado 1 de noviembre en el Auditorio Maestro Padilla, como punto de partida de una gira que les llevará por ciudades como Mallorca, Barcelona, Guimarães (Portugal), Gante (Bélgica), Palencia, Lugo, Zaragoza y Madrid.
El concierto comenzó con “Gree Piece”, una composición de su primer álbum, Evanescence (1994), en la que ya sentaba las bases de su genialidad como arreglista. El desgarrador solo estuvo protagonizado por un intenso Tete Leal, que logró caldear el ambiente desde la primera nota, hasta que la delicadeza del pianista Dahoud Salim –hijo, por cierto, del mítico saxofonista Abdu Salim– restauró la calma con un romántico interludio seguido por una cantarina y muy swinguera improvisación.
Sin abandonar las composiciones de su primer trabajo, que la Schneider parece tener siempre muy presente, abordaron el blues menor “Gumba blue”, inspirado en los grandes maestros de las orquestas clásicas del jazz, Duke Ellington y Count Basie. Las intervenciones, en este caso, estuvieron reservadas al trompetista Pepelu Rodríguez, el trombonista José Diego Sarabia y la saxofonista Irene Reig.
El momento más solemne de la noche llegó cuando la directora cedió la palabra al saxofonista valenciano Francisco Blanco ‘Latino’ quien, superando la emoción que le embargaba, pronunció unas sentidas palabras en apoyo de todos los afectados por la catástrofe en el levante español. De hecho, él mismo reside en Sedaví –donde se encuentra también la sede de la conocida asociación Sedajazz– una de las localidades más afectadas por las recientes riadas. El minuto de silencio en recuerdo de todas las víctimas de la tragedia dio paso a una de las piezas más solemnes y delicadas del repertorio de Schneider, “Sanzenin”, inspirada tras un paseo de la autora por un jardín de Kioto. Es paradójico como una obra surgida de la paz y la belleza puede, a su vez, servir para rendir homenaje a los afectados por un temporal que ha dejado un paisaje de horror y devastación en muchas zonas de nuestro país. El protagonismo de esta pieza, tras la sensible introducción a la guitarra de Jaume Llombart, fue para el acordeonista Philippe Thuriot, con un mágico solo en el que mezcló, al unísono, las notas más agudas de su instrumento con su propio silbido.
La primera parte del recital finalizó con otra de las favoritas de María, la suite “Hang Gliding” (Allegresse,2000), en la que describe las fases de un vuelo en ala delta realizado en Brasil que, claramente, ha sido una de las experiencias más intensas de su vida. Los encargados, con sus improvisaciones, de reflejar los diversos momentos de esa aventura fueron Bruno Calvo al fliscorno y Pedro Cortejosa al saxo tenor.
Tras un breve descanso, la banda regresó interpretando “Dança Ilusoria”, tercer movimiento de “Three Romances”, obra incluida en Concert in the Garden (2000), un disco de Schneider muy influenciado por la música brasileña y el flamenco. Aquí el primer solo estuvo a cargo del guitarrista Jaume Llombart, seguido por el trombonista Tomeu Garcías.
Otra de las piezas predilectas de la compositora es “Walking by Flashlight” que, como en anteriores ocasiones, estuvo precedida por la declamación del poema de Ted Kooser que la inspiró. El encargado fue Pablo Mazuecos quien, además, aprovechó para sentarse al piano durante ese tema, dedicado también al pueblo levantino y donde el protagonismo solista recayó en Francisco Blanco ‘Latino’ al saxo barítono.
El concierto finalizó con una de las piezas más sorprendentes, “Celurian Skies”. María es una entusiasta de la observación de las aves y su composición describe con exactitud esa pasión, integrando gran cantidad de pequeños instrumentos que emulan el canto de infinidad de pájaros mientras la bella música, que representa los movimientos migratorios, no deja de sonar. Con pasajes intensos que rozan el jazz progresivo, esta extraordinaria y compleja composición contó con la pericia al saxo de Enrique Oliver, la voz de Rita Payés y el acordeón de Thuriot.
Hubo tiempo para un bis, donde Schneider eligió la única composición de la noche no firmada por ella, el standard “My ideal”, original de Richard Whiting y Newell Chase, cuyo protagonismo absoluto estuvo a cargo de Payés, en este caso al trombón.
Es evidente que la conexión surgida entre la descriptiva música de Schneider y la pasión y el talento de los miembros de la Big Band de Clasijazz está dando unos magníficos frutos. Todo ello está poniendo en el mapa internacional la enorme labor divulgativa que la asociación almeriense lleva dos décadas realizando. Una vez más celebramos el entusiasmo de ese agitador cultural llamado Pablo Mazuecos, deseándole el mayor de los éxitos en esta aventura y en las que, con total seguridad, emprenderá en el futuro.