Se esperaba el regreso a Almería de la diva del jazz y la bossa nova Eliane Elias, dos décadas después de su primera visita al festival y, en general, no defraudó a gran parte de los asistentes al concierto del pasado viernes en el Auditorio Maestro Padilla, dentro del 32 Festival Internacional de Jazz de Almería (Almerijazz 2024).

Eliane es una de las históricas del jazz moderno, sobre todo si la encuadramos entre los músicos que han dedicado parte de su carrera a continuar con la tradición que comenzaron jazzistas como Stan Getz, Joao Gilberto, Charlie Byrd o Sergio Mendes, inspirados siempre por ese gran genio de la composición que fue Antonio Carlos Jobim. La pianista brasileña es una virtuosa que ya en su infancia se atrevía a tocar piezas de Art Tatum o Bud Powell pero, curiosamente, su fama internacional llegó cuando entró a formar parte del conocido grupo de fusión Steps Ahead, a principios de los años 80 del pasado siglo.

No obstante, aun guardando a veces destellos de aquel jazz-rock, en las últimas décadas se ha centrado casi siempre en un tipo de jazz bastante cercano al mainstream, donde alterna sus propias composiciones con las de los grandes de la bossa nova, bordeando peligrosamente el pop comercial, del que solo se libra gracias a sus extraordinarias dotes como instrumentista y al elenco de excelentes músicos de los que se suele rodear. Como cantante, Eliane tiene una grave y sedosa voz que, para mi gusto, es muy adecuada para este tipo de música, donde nunca son bienvenidas las gargantas estridentes. Digamos que lo virtuoso de su pianismo contrasta, felizmente, con su sobriedad como vocalista.

Se presentaba en el escenario, como viene siendo habitual, escoltada por el contrabajista Marc Johnson, su compañero sentimental desde hace tiempo, responsable de la producción y arreglos en todos los discos de Eliane. Johnson puede presumir en su currículo de haber sido miembro del trio de Bill Evans durante la última época del genial pianista. La guitarra estuvo empuñada por el brasileño Leandro Pellegrino y en la batería, desde Rio Claro (São Paulo), se sentaba el simpático y habilidoso Mauricio Zottarelli.

El concierto comenzó en trio con “To Each His Dulcinea”, una enérgica pieza instrumental interpretada muy al estilo de ese latin jazz espectacular que nos recuerda a Michel Camilo, proveniente de su disco Music from Man of La Mancha (2018) dedicado, como se puede intuir fácilmente, a versionar algunas de las piezas del famoso musical sobre la obra de Cervantes. Pero de inmediato llegó la calma con la excesivamente previsible “Brasil (Aquarela do Brasil)”, seguida de otra bossa, “Você”, ambas extraídas de uno de los discos más cercanos pop de la pianista, Made in Brazil (2015), con el que obtuvo su primer Grammy al mejor álbum de jazz latino. La artista aprovechó ese momento para dar la primicia –se había enterado esa misma tarde– de una nueva nominación, en este caso por el disco que se encuentra presentando en la actualidad, Time and Again (2024). Excelente excusa para mostrar algún tema de ese trabajo, eligiendo la alegre “Falo do amor”, dedicada a su pequeña nieta Lucy. Justo aquí pudimos comenzar a disfrutar de la elegancia de Leandro Pellegrino, (hasta ese momento su guitarra no tuvo el suficiente volumen), aplausos también para el primer solo de contrabajo de Johnson, sobre una base funky de Zotarelli, muy comedido hasta ese momento en sus acompañamientos, tal y como exige la bossa nova clásica, pero que demostró con creces su enorme pericia y buen gusto a las baquetas durante toda la velada.

Para abordar la interpretación de otro de sus trabajos favoritos, Quietude (2022), Eliane solicitó a sus músicos que se acercasen para enfrentar ese momento de una forma más intimista. Comenzaron con una composición de Carlos Lyra y Vinicius de Moraes, “Você e Eu”, continuaron con la samba de Janet de Almeida “Eu Sambo Mesmo” y terminaron con un popurrí del compositor bahiano Dorival Caymmi, integrado por las piezas “Saudades da Bahia” y “Você Já Foi á Bahia”.

De su disco Mirror Mirror (2021), en el que realizó duetos con otros dos grandes pianistas, Chucho Valdes y Chick Corea, rescató “Esta tarde vi llover”, el clásico de Armando Manzanero que, según Elias, escuchaba durante su infancia tocar a su madre, una pianista clásica que también se interesó por el jazz. Un nuevo acercamiento al pop, en este caso con sabor español, emergió también de otra de las piezas de ese disco, “Corazón partío”, de Alejandro Sanz, una composición muy admirada por la pianista, a la que, sinceramente, no logró aportar demasiado respecto al original.

Tras una vuelta a su más reciente trabajo con su apertura “At First Sight”, donde Marc Johnson realizó otra de sus magistrales improvisaciones, el recital tocó a su fín con una revisión de la conocida “Desafinado” de Jobim, destacando una intensa y espectacular introducción a piano de Elias, la melódica improvisación al contrabajo de Johnson y, sobre todo, el apabullante solo de batería de Mauricio Zottarelli, que nos dejó literalmente sin aliento gracias a su combinación de depurada técnica y sentido del espectáculo. El bis correspondió a otro clásico algo trillado, “A felicidade”.

En definitiva, un concierto muy correcto, con destellos de jazz de muchos quilates, alternándose con otros quizá algo previsibles y que, a mi entender, se salvó gracias al magnetismo y genialidad de la Elias, así como por el buen hacer y virtuosismo de todos los músicos de la banda, incluida ella misma.