Ruedo Preferente
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ANDREA MOTIS TRIO

AUDITORIO MAESTRO PADILLA - 10-11-2023

Andrea Motis Trio, beautiful music

Aunque hace ya casi dos décadas que presencié un concierto del contrabajista Charlie Haden en el festival de jazz de Vitoria, nunca he olvidado las palabras de su presentación: ‘…this is not bebop, this is beautiful music…’. No hay mejor forma de describir lo que el trio de la cantante y trompetista catalana Andrea Motis ofrecieron el pasado viernes en el Auditorio Maestro Padilla de la capital almeriense. Porque en ocasiones nos distraemos tanto etiquetando e intentando definir los infinitos estilos que se nos olvida que la música es simplemente eso, música. Y lo que se nos presentaba desde ese escenario era un recital de bellísimas canciones impecablemente ejecutadas por tres excelentes intérpretes cuya especialidad es, sin duda, el jazz.

Recibidos con tenue iluminación y una sobria puesta en escena, aparecieron sin aspavientos los protagonistas de la noche. La joven Andrea, que comenzó su carrera discográfica en plena adolescencia, en la actualidad se consolida como una de las artistas de proyección internacional más interesantes de nuestro país. Al contrabajo, Giuseppe Campisi, un joven siciliano afincado desde hace algún tiempo en Cataluña y que muestra una enorme solvencia en su instrumento. En la guitarra un exquisito Josep Traver, fiel escudero en casi todos los proyectos de Motis. Entre los tres tejieron una amorosa telaraña que fue envolviendo a la audiencia, a base de tocar con la misma finura e intimismo con la que lo habrían hecho en el salón de su propia casa.

El recital comenzó viajando a Brasil sin caer en el tópico, rescatando a un compositor no tan conocido, Guinga, y su dulce ‘Senhorinha’. La sencillez y sutileza mostrada en este inicio fue la que marcó la pauta de todo el concierto, continuando en castellano con el vals ‘Ese arar en el mar’ de la peruana universal Chabuca Granda, que incluyó un sutil solo de guitarra de Traver. En un formato tan acústico sería un pecado no recurrir a los grandes del cancionero americano y, en este caso, fue Gershwin el convocado con su eterno ‘Someone to Watch Over Me’, un tema casi centenario en el que Motis empuñó su trompeta por primera vez para ofrecer una sobria improvisación, con el sentido de quien ha asimilado esta música desde su infancia. De nuevo llegaron ecos brasileiros y Andrea echó mano de un pandeiro para complementar su interpretación de algunos de los grandes. En primer lugar Chico Buarque y otra de esas melodías que solo en ese país saben componer, ‘O meu amor’, seguida de otra del maestro Jobim llamada ‘Para Machucar Meu Coraçao’.

De vuelta al swing norteamericano le tocó el turno a un clásico de Fats Waller, ‘Jitterbug Waltz’. Andrea demostró su solvencia como vocalista, manteniendo una perfecta afinación durante una melodía cuyos endiablados intervalos harían sufrir a gargantas menos preparadas. Traver dio rienda suelta aquí a su pericia realizando un imaginativo solo a base de octavas y bloques de acordes muy a lo Wes Montgomery, seguido por otra buena intervención a la trompeta de la catalana y una de las más completas improvisaciones de Campisi. Una leve incursión en el soul funk más setentero apareció con ‘Ain´t No Sunshine’, el clásico de Bill Withers cuya sencillez armónica fue hábilmente resuelta a base de sucesivas modulaciones durante los diferentes solos, convirtiéndose en el momento más animado de una velada en la que predominaron las baladas y tiempos medios muy tranquilos.

A Andrea le encanta la música brasileña, como demostró con su precioso y recomendable trabajo ‘Do Outro Lado Do Azul (2019)’, del que se siente muy orgullosa, por lo que no es de extrañar que volviese a ese universo con ‘Dança Da Solidão’ de Paulinho da Viola, como homenaje a Beth Carvalho, otra de esas excelentes cantantes y compositoras de aquel país normalmente eclipsadas por los grandes clásicos de la bossa nova.

Acercándose otra vez al cancionero norteamericano, rescataron aquel ‘The Old Country’ que la cantante Nancy Wilson interpretó en su día junto a Cannonball Adderley. Y, sin abandonar ese terreno, precedido de una brillante intro de Campisi, llegó nada menos que el clásico ‘Body and Soul’, seguido de la cinematográfica ‘My Favorite Things’, que permitieron de nuevo el lucimiento a nivel instrumental por parte del trío. El concierto se acercó a su término con un bonito homenaje a la nueva trova cubana, recurriendo a una de las más poéticas, y ya es decir, canciones del gran Silvio Rodríguez, ‘Rabo de Nube’. Para acabar, el único tema de la noche interpretado en catalán, una composición del veterano guitarrista Toti Soler, más conocido fuera de Cataluña por sus discos experimentales de los setenta, pero capaz de hacer temas tan hermosos como ‘Em Dius Que el Nostre Amor’. El bis no se hizo esperar, dedicatoria materna incluida, de la mano del cantautor catalán más universal, Joan Manuel Serrat, y ese mar del que también gozamos los almerienses, ‘Mediterráneo’.

En resumen, una velada de música de gran belleza y sin sobresaltos que, por la expresión en los rostros a su finalización, colmó las expectativas del público asistente. Aunque la evolución de Andrea Motis está llevándola actualmente por otros caminos de experimentación y ruptura mucho más interesantes, fue una delicia escucharla en esta especie de vuelta a sus orígenes clásicos, con la ventaja de la experiencia acumulada a pesar de su insultante juventud.

®Fotos de Joan Franco.

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